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EL ÁRBOL GENEALÓGICO DE LA FAMILIA HUMANA: 10 ADANES Y 18 EVAS.

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por  Nicholas  Wade 

El Libro del Génesis menciona tres de los hijos de Adán y Eva:  Caín,  Abel y Set.

Pero los genetistas,  siguiendo el rastro a partir de indicios de ADN extraídos de restos humanos en todo el mundo,  ahora han identificado los linajes genéticos de 10 hijos de Adán y 18 hijas de Eva.

El genoma[1] humano se está convirtiendo en un rico nuevo archivo para los historiadores y prehistoriadores,  un archivo que se extiende desde los tiempos recientes hasta los albores de la existencia humana.

Los exploradores del archivo del ADN[2] hace poco encontraron evidencias de una migración prehistórica desde el oriente de Asia a la América del Norte;  e identificaron al grupo que aparece como el más probable integrante de la población humana ancestral;  y,  de paso,  confirmaron los rumores,  que habían sido reiteradamente desmentidos por los historiadores,  en cuanto a que Thomas Jefferson había sido el progenitor de una familia con su esclava Sally Hemings.

Una reciente edición de un manual de historia de Gran Bretaña e Irlanda,  “The Isles” (Oxford University Press) comienza con un relato del hombre de Cheddar,  un esqueleto de hace 8.980 años del cual recientemente se extrajo  una muestra de su ADN mitocondrial[3].

El ADN resultó concordar con el de Adrian Targett,  un maestro de la escuela del pueblo de Cheddar,  lo que prueba una continuidad genética que,  a pesar de numerosas invasiones,  se ha extendido durante 9 milenios.

A diferencia de los tests de ADN que se aplican en los casos judiciales,  que están orientados a la identificación de individuos,  este análisis de ADN intenta retroceder en el tiempo y usualmente centra su atención en los linajes,  no en los individuos.  Los biólogos pueden con frecuencia estimar la cantidad de integrantes de antiguas poblaciones e incluso la fecha aproximada en que un grupo se separó de otro, basándose  en ciertas pautas brindadas por la información aportada por el ADN.

Aunque la prueba del ADN puede aplicarse a las cuestiones históricas,  a menudo actuando como una prueba de paternidad de largo alcance,  su utilización más espectacular ha sido en los estudios prehistóricos,  donde ha agregado una nueva dimensión al desnudo marco provisto por la arqueología.

El más detallado árbol genealógico de la familia humana es uno preparado durante muchos años por el Dr. Douglas C. Wallace y sus colegas de la Facultad de Medicina de la Universidad Emory,  de Atlanta.  El árbol del Dr. Wallace está basado en el ADN mitocondrial,  diminutos anillos de material genético que son legados sólo por la célula ovular y por lo tanto a través de la línea materna.

Un árbol complementario, para los hombres,  basado en el análisis del cromosoma[4] Y,  ha sido preparado en la Universidad de Stanford por el Dr. Peter A. Underhill y el Dr. Peter J. Oefner.

Los genetistas demógrafos creen que la población humana ancestral era muy reducida  –unas escasas 2.000 personas en condiciones de reproducirse,  según estimaciones publicadas en diciembre de 1999.  Pero el árbol genealógico basado en el ADN mitocondrial no determina la cantidad de mujeres en esta población ancestral.

El árbol está enraizado en un único individuo,  la Eva mitocondrial,  porque todos los otros linajes se extinguieron.

Lo mismo es cierto en cuanto al árbol de los cromosomas Y,  como consecuencia del hecho que en cada generación algunos hombres no tengan hijos,  o que sólo tengan hijas,  de modo que la cantidad de cromosomas Y distintos podría disminuir constantemente,  aún cuando permaneciera igual la cantidad total de habitantes.

Los genetistas creen que la población humana ancestral vivió en alguna parte de África,  y comenzó a dispersarse algún tiempo después de los 144.000 años,  10.000 años más o menos,  que es el tiempo en que se estima que tanto los árboles mitocondriales como los de cromosomas Y,  originaran sus primeras ramas.

Las mitocondrias,  que viven dentro de las células humanas pero fuera de sus núcleos,  eluden la “barajada” de genes que se produce entre generaciones y pasan incambiadas de madres a hijos.

En principio,  todas las personas deberían tener la misma cadena de letras de ADN en sus mitocondrias.  En la realidad,  el ADN mitocondrial ha acumulado progresivamente cambios en el correr de los siglos debido a errores de copia y a daños por radiación.

A causa que las mujeres se fueron dispersando constantemente por todo el planeta cuando ocurrieron muchas de esas modificaciones,  algunos cambios sólo aparecen en regiones o continentes específicos.

El Dr. Wallace descubrió que la mayoría de los Indios de América del Norte tienen mitocondrias que pertenecen a los linajes que él denominó A, B, C y D.  Los Europeos pertenecen a  conjuntos diferentes de linajes,  a los cuales él denominó H hasta K  y  T hasta X.  La brecha entre la dos ramas principales del árbol Europeo sugiere que los humanos modernos llegaron a Europa hace 39.000 a 51.000 años,  calcula el Dr. Wallace,  un tiempo que se corresponde con la fecha arqueológica de por lo menos 35.000 años de la primera llegada.

En Asia hay un linaje ancestral conocido como M,  con las ramas descendientes E, F  y  G,  así como los linajes A hasta D que también se encuentran en las Américas.

En África existe un único linaje principal,  conocido como L,  el cual está dividido en tres ramas.  L3,  la más joven de las ramas,  es común en África Oriental y se cree que sea la fuente tanto del linaje Asiático como del Europeo.

Los linajes según el ADN mitocondrial, a los que se refiere el Dr. Wallace,  son conocidos técnicamente como “haplogrupos”[5],  pero en términos más coloquiales se les conoce como “hijas de Eva”,  porque todos esos linajes son ramas del tronco que proviene de la Eva mitocondrial.

El árbol del cromosoma Y aún no ha sido publicado por los investigadores de Stanford,  pero en un libro que apareció en marzo del 2000,  “Genes,  Pueblos e Idiomas”,  un colega de la universidad,  el Dr. Luca Cavalli-Sforza,  esbozó un adelanto de los resultados de las investigaciones.

El árbol está enraizado en un único Adán cromosómico Y,  y tiene 10 ramas principales,  según lo que informa el Dr. Cavalli-Sforza.

De estos hijos de Adán, los tres primeros (designados I, II y III) se encuentran casi exclusivamente en África.  El linaje del hijo III emigró al Asia y engendró los hijos IV al X,  quienes se extendieron por el resto del mundo:  hacia el Mar de Japón (hijo IV),  al norte de la India (hijo V)  y al sur del Mar Caspio (hijos VI al IX).

El Dr. Cavalli-Sforza cree que estos linajes cromosómicos Y podrían estar vinculados con el principal grupo de idiomas del mundo.  La población del sur del Caspio,  por ejemplo,  podría haber hablado Eurasiático,  la lengua ancestral del Indo-Europeo (a la cual pertenece el Inglés) y la mayoría de las otras principales familias idiomáticas del Continente Europeo.

Al preguntársele al Dr. Wallace si sus linajes según el ADN mitocondrial también se correspondían con los principales grupos de idiomas del mundo,  contestó diciendo que “él se inclinaba a ser más cauteloso que Luca”.  Recientemente, el Dr. Wallace ha estado investigando la raíz del árbol mitocondrial.

En un artículo publicado en marzo del 2000 en The American Journal of Human Genetics,  él y algunos colegas identifican a los Vasikela Kung,  del noroeste del desierto de Kalahari,  al sur de África,  como el grupo racial que está más próximo a la raíz del árbol del ADN mitocondrial humano.  Otro grupo racial que parece casi igualmente antiguo es el de los pigmeos Biaka del África Central.

Ambas poblaciones viven en regiones aisladas,  circunstancia que podría ser la causa que su ADN mitocondrial parezca haber sufrido pocas modificaciones comparado con el de la población ancestral.  “Estamos contemplando el comienzo de lo que podríamos llamar el Homo Sapiens,”  dijo el Dr. Wallace.

Uno de los temas más polémicos de la prehistoria humana es el de las épocas y número de migraciones que hubo en las Américas.  El Dr. Joseph Greenberg,  un lingüista de la Universidad de Stanford,  sostiene que hubo tres migraciones,  que se corresponden con los tres grupos idiomáticos de las Américas,  conocidos como Amerindios,  Na-Dené y Aleutiano-Esquimales.

Las informaciones del Dr.Wallace respecto al ADN mitocondrial apoyan firmemente esa hipótesis general,  aunque la llegada de los Amerindio-parlantes parece haber ido más allá de una migración única.

En cuanto a los linajes A hasta D que se encuentran en los Indios de América del Norte;  A, C y D también se presentan en las poblaciones de Siberia,  sugiriendo que sus ancestros fueron la fuente principal de la migración Amerindio-parlante.  Pero el linaje B,  aunque se encuentra corrientemente en Asia,  no ha aparecido en Siberia,  lo cual constituye un indicio que personas del linaje B podrían haber utilizado una ruta marítima hacia las Américas y después se mezclaron con sus primos portadores de los linajes A-, C- y D-.

En 1998,  el Dr. Wallace y sus colegas descubrieron el tipo X,  un raro linaje Europeo,  entre los Nativos norteños de América del Norte,  tales como los Ojibwa y los Sioux.  Al principio supusieron que provenía de matrimonios interraciales con Europeos modernos.  Pero el linaje Norteamericano X  resultó ser Precolombino y sus portadores llegaron a Norteamérica en un período aproximado de hace 15.000 a 30.000 años, dependiendo de diferentes hipótesis genéticas.

El linaje Europeo X  parece haberse originado en Asia Occidental hace unos 40.000 años.  El Dr. Wallace sugiere que una parte de este grupo pueda haber hecho su camino su camino a Norteamérica por la ruta de Siberia,  aunque aún no se han localizado indicios del linaje X en Asia Oriental.  Una ruta transatlántica es una posible alternativa.

Cuando los humanos modernos comenzaron primeramente a dejar África,  hace unos 50.000 años según las estimaciones más recientes,  posiblemente constituían pequeños grupos de cazadores-recolectores (de frutas, verduras, leña), siendo la cantidad total  de personas no mayor de unos pocos cientos.

En su decidida exploración del mundo que se les presentaba,  ellos deben haber superado,  con los primitivos medios a su alcance,  los extremos rigores del clima,  del territorio y quizás a las arcaicas poblaciones humanas,  como los temidos Neandertales que los habían precedido en dejar África.

El biólogo Edward O. Wilson,  en una entrevista reciente realizada por The Wall Street Journal,  reflexionaba respecto a que un nuevo fundamento de los valores espirituales podría hallarse — no en la fuentes religiosas tradicionales sino en lo que él ve como el inspirador relato de los orígenes humanos y en la Historia.

“Tenemos necesidad de crear una nueva épica basada en los orígenes de la humanidad,”  dijo Wilson,  quien agregó: ” ¡El homo sapiens ha tenido una historia fantástica!  Y estoy hablando tanto de la historia en profundidad de su evolución,  de su historia genética  —  y además,  agregándose a e interactuando con todo eso,  la historia cultural,  de la cual tenemos los registros de los últimos 10.000 años.”  Muchos de los biólogos que están reconstruyendo el pasado humano,  por cierto que creen que su trabajo tiene un valor que trasciende lo genético.

Aunque los árboles por linajes están basados en diferencias genéticas,  la mayoría de esas diferencias yace en regiones del ADN que no se vinculan al código genético y que no afectan al cuerpo.

“Todos somos Africanos al nivel del cromosoma Y,  y  realmente todos somos hermanos,”  dijo el Dr. Underhill.

El Dr. Wallace destacó que desde que él comenzó sus investigaciones sobre el ADN mitocondrial a fines de la década de los ’70s:  “Lo que encontré asombroso es que claramente muestra que todos integramos  una única familia humana.  La filogenia[6] en África retrocede hasta los orígenes de nuestra especie,  pero los dedos del L3 están tocando Europa y Asia,  manifestando así que todos estamos estrechamente vinculados.” Sea o no la prehistoria genética un material apropiado para originar un mito moderno,  llegó la hora de hacerla asequible a una mayor cantidad de personas.

En abril del 2000 una empresa llamada “Oxford Ancestors” estableció un negocio que ofrece a sus clientes el servicio de determinar de cuál de las siete hijas de Eva descienden.  (Casi todos los Europeos pertenecen a sólo siete de los nueve linajes mitocondriales que se localizan en Europa).  El test (véase  www.oxfordancestors.com) requiere el envío de una muestra de células raspadas del interior de la mejilla.  Por solamente $ 180 dólares,  cualquiera de linaje Europeo puede obtener el comienzo de un árbol genealógico más antiguo que el  de Carlomagno (747-814).

El fundador de la compañía es el Dr. Bryan Sykes,  un genetista humano de la Universidad de Oxford,  en Inglaterra.  Sobre la razonable base que las fundadoras de los linajes desarrollados por el Dr. Wallace,  que se basan en el ADN mitocondrial,  fueron mujeres de la vida real,  el Dr. Sykes les asignó nombres y esbozó detalles de sus probables fechas y orígenes.  De este modo,  las personas que se establece que pertenecen al haplogrupo U se les dirá que descienden de Úrsula,  que vivió hace unos 45.000 años en el Norte de Grecia.  La antecesora de los X  es Xenia,  que vivió hace 25.000 años en las montañas del Cáucaso.

Como cumpliendo con la sugerencia del Dr. E. O. Wilson,  el Dr. Sykes dijo que había  “elaborado un marco mitológico para estas siete mujeres,”  como muestra de respeto a los arduos tiempos en que deben haber vivido y al triunfo de haber  esparcido su ADN mitocondrial en casi todos los habitantes de Europa.

El Dr. Sykes está actualmente experimentando tests para identificar otros linajes del mundo,  incluyendo 14 en África,  y 16 en Eurasia y las Américas.  Manifestó que: “Yo no pienso que este asunto deba quedar confinado al campo teórico.”


[1]  GENOMA (el):  El material genético de un organismo.

[2]  ADN (el):  Abreviatura de ácido desoxirribonucleico,  constituyente esencial de los cromosomas del núcleo celular.

[3]  MITOCONDRIA (la):  En el citoplasma de las células con núcleo diferenciado,  orgánulo encargado de la obtención de energía mediante la respiración celular.

[4]  CROMOSOMA (el):  Cada uno de los filamentos de material hereditario que forman parte del núcleo celular y que tienen como función conservar,  transmitir y expresar la información genética que contienen:  El ser humano tiene 23 pares de cromosomas.

[5]  HAPLOIDE (adj.):  Referido a un organismo o a su fase de desarrollo,  que tiene una dotación simple de cromosomas.  Los óvulos y los espermatozoides son células haploides,  pero un embrión es ya diploide.

[6]   FILOGENIA:  La evolución de un grupo de organismos genéticamente relacionados,  para diferenciarla del desarrollo de un organismo individual.


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